FORMACIÓN
Gran Bretaña se lanzó a la expansión por África,
donde fundó nuevas colonias de explotación a las que unió el protectorado sobre
Egipto y Sudán a principios del siglo XIX. En esos momentos el Imperio
Británico controlaba 33 millones de kilómetros cuadrados y una población
aproximada de 400 millones de habitantes, lo que le convirtió en el mayor
imperio mundial. La fuerte inversión financiera en las colonias, el inmenso
esfuerzo humano que llevó a la pérdida demográfica de la metrópoli, y su
retraso tecnológico con respecto a Alemania, debilitaron la posición británica
en Europa.
A mediados del siglo XIX Gran Bretaña
era la única gran potencia colonial en Europa. A pesar de su política
librecambista conservaba un conjunto de dominios a escala mundial. Sus colonias
se organizaban en cinco tipos:
1- Plazas fuertes marítimas, que aseguraban el
control de todas las rutas marítimas vitales del mundo y que habían pertenecido
en su mayoría a españoles, franceses, portugueses y holandeses: Malta, Corfú e
Islas Jónicas en el Mediterráneo; Gibraltar, El Cabo, Isla Mauricio, Adén y
Ceylán en la ruta hacia la India; Singapur y Hong Kong en la ruta de China.
2- Factorías comerciales en la costa africana:
Sierra Leona y Gambia.
3- Emplazamientos comerciales, suministradoras de
productos tropicales: Antillas, Honduras y Guyana.
4- Colonias de poblamiento: Canadá, Sudáfrica,
Australia y Nueva Zelanda, destinadas a absorber los excedentes de población.
5- La India, la mayor colonia de explotación y la
"joya de la Corona".
A partir de la crisis de 1873 la política colonial
británica inició una profunda transformación. Las crisis de superproducción, la
oleada proteccionista que cerraba los mercados europeos y la competencia
alemana y norteamericana obligaron a Gran Bretaña a dirigir sus mercados
comerciales hacia sus colonias. La crisis de 1882 y el incremento de la
competencia alemana y norteamericana acentuaron aún más esta tendencia. El
sentimiento colonialista triunfó entre la población y las elites intelectuales
británicas; la obra de Kipling fue un claro exponente de esta nueva concepción.

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